Intentamos dibujar este blog con pensamientos, vivencias, deseos, sentimientos, alegrías, y otras ocurrencias que surgen de nuestra imaginación como mariposas blancas, que luego se elevan dispersas y se van, pero volviendo siempre a destino, siempre al mismo lugar... un día cualquiera Verde y Violeta nos encontramos inventando un itinerario de viaje que queremos emprender y aprender, con sus idas y vueltas como todo viaje. Hubo que preparar un equipaje liviano, sin complejos pesados, sin mandamientos emitidos por tv que nos indiquen cuan perfectos debemos ser. Aunque el camino de la vía está lleno de piedras, Verde supo apartarlas (pateándolas) para q la silla de ruedas pudiera pasar igual, como dejando atrás los prejuicios con respecto a la discapacidad, la diversidad (en todo sus sentidos), la sexualidad, y el pelo de colores… Cada vida es un universo de posibilidades infinito, ese es nuestro mensaje.

jueves, 16 de febrero de 2012



A los dieciséis no quise correr.
Pero quise volar.
Entonces cada noche antes de dormir,
apretaba mis ojos fuertes,
y con un gran esfuerzo para concentrarme,
hacía mi cuerpo flotar.
Lo elevaba por el aire de la noche.
Lo sacaba a la intemperie fresca de las vías.
Y me daba un recorrido por el pueblo.
Con el pueblo me bastaba para volar.
Cualquier lugar basta para volar.
Si aprendemos a hacerlo bien.
Me iba hasta la plaza.
Cruzándome con lechuzas chillonas.
Que desafiaban mi vuelo.
Y yo iba ahí, con un vestidito blanco.
Lleno de puntillas por todos lados.
Tal cual novia de Kusturika.
Volaba de cara al viento,
volaba de pie,
y con los brazos caídos.
Pasaba por la casa de ya ni recuerdo quién..
Lo importante es que volaba, nada me detenía.
Ni la gravedad. Aunque la respeto.
Como respeto y amo a tu naturaleza.
Y a la naturaleza en general.
Con los rulos al viento, iba surcando la oscuridad.
Una de esas noches...una especie de ángel
quiso venirme a buscar.
Tenía el cabello largo y era muy bello.
Me tomó de las manos y sonrió.
El tenía alas verdaderas que se veían.
No como las mías, que no se veían.
Una vez mamá y papá me habían visto un ala,
Que se me estaba formando por la escoliosis.
Quizás esa alita poco crecida fue la que me ayudó a encontrar a ese ángel.
Que me buscaba de tanta soledad.
Al principio pensé que se trataba de un Desaparecido.
Mucho tenía que ver con mi imaginación.
Para ese entonces el era un niño en la Tierra,
que se quedaba atónito mirando a la amiga de su madre,
que iba de visitas en su silla de ruedas.
Quería ayudarla y no sabía bien porqué.
A la vez sentía la impotencia infantil de no poder hacer mucho por ella.
Luego de mirar y mirar esos libros de medicina.
Decidió hacerse grande y no ocultarlo más.
Fui la primera que lo supe al volar.
No sé si fueron mis pies descalzos los que lo enamoraron.
Pero él se quedó a mi lado.
Por más que un inmenso cielo aún nos separa.
Y todas las noches me pasaba a buscar.
Para pasear.
Trece años después nos encontramos en otra inmensidad,
casi tan virtual.
Y aquí estamos...
Viendo quien cruza primero el ancho mar.

Violeta.

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