Y sin darme cuenta desperté. Y me di cuenta que no soñaba, que vivía. Que el tiempo de la infancia, ahora cabía en una poesía. Que todos los momentos vividos entraban en pequeñas prosas.
Y que difícil fue levantarme del hueco del colchón que me creo mama. Pero ahora de pie, dispuesto a caminar, sin saber con quién me puedo cruzar. Ya deje atrás al sonámbulo.
Aunque nunca dejare de ser un soñante, sé que estoy preparado para el andar.
Lejos o cerca.
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