Instrucciones para dar un abrazo:

No es posible que este tronco se mueva solo hacia adelante.

Entonces tu mano paciente debe deslizarse suavemente entre mi espalda y el asiento.

Y las ramas de este árbol, aunque se encienden de vida,

no pueden trepar por tu cuerpo.

Y enredarse en tu cuello.

Así que te pido que por favor, las levantes con tus propios brotes

hacia tus hombros, hacia tu cabeza, y hacia tus grandes orejas.

Sin dejarlas caer nunca.

Y yo misma les daré un pequeño impulso

para que surjan como “hechiceras” de tu alma

y se vuelvan testarudas desafiando la gravedad.

Y mi cabeza casi por instinto se inclinara en tu cara.

Y descansara lenta con un gesto casi triste…

Pero no triste de dolor.

Hablo de esa tristeza placentera que siento cuando me abrazas fuerte.

Esa tristeza que aparece cuando algo es tan bello que merece acabar.

(Aunque nunca creí que lo bello debiera acabar).

Y mis manos reposaran insignificantes en tu espalda.

Como si se dejaran morir una vez más (sobre todo la izquierda).

Y mis ojos no estarán más apretados que mis pulmones.

Solo te pido.

Que me desarmes de un abrazo.

Y luego me vuelvas a acomodar.

Y Que mientras sigas mis instrucciones…

Estés muy atento a los latidos de mi corazón.

(“Desármame con un abrazo y volveme a acomodar”, dedicado a un príncipe que no tenia ego, y tampoco se inmutaba de su propia belleza)

Violeta.